Una tarde algo calurosa en el último día del invierno, sopló un frío y fuerte viento que trajo consigo a mi puerta lo que parecía ser una carta:
Amado y querido mío:
Siempre tan decidido a alejarte,
a tomar otro rumbo,
a seguir "tu rumbo"...
lo "nuestro" no existe.
Soy demasiado pequeña
para tu inmensidad.
Somos demasiado poco
para llenarte,
para saciar tu sed... de no se qué...
siempre buscando en los demás,
pero no en nosotros...
llenarte de otros,
o mejor... llenar a otros
¿para que llenen tu ego...?
No existe un nosotros
ni un mañana
porque no hay un presente seguro...
no entiendo: ¿tu partida está en proceso
o es un hecho?
tal vez no te detengo, y no te detenga...
ya no sé hablar
y estoy algo cansada...
solo sé que no quiero que te vayas,
no quiero que nos dejes...
sin embargo, necesito nuevas reglas,
un nuevo entendimiento.
¿Esta simplicidad te agobia tanto?
las rutinas en una familia son necesarias,
pero no son para siempre...
"La tarde cruel
profundiza el marchitazgo
de un alma vencida por el desgano
arañada por la nada
empapada de tinieblas
Más no es cruel la tarde
sino lo incierto de una vida
que se escapa en un tiempo
que ya no vuelve..."
Espero me respondas... cuando regreses...
ASI.
